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VIA DELAPIDATA

IDENTIFICACIÓN DE UNA CARRETERA ROMANA
A TRAVÉS DE LA PROCEDENCIA DE LOS MATERIALES


Juan Gil Montes© 2004

TRAIANVS © 2004


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Publicado en:
Elementos de Ingeniería Romana
Libro de ponencias
Congreso Europeo "Las Obras Públicas Romanas"
Tarragona, noviembre de 2004




1.- OBJETO

Identificar sobre el terreno hoy en día calzadas romanas es tarea bastante difícil porque la mayoría han desaparecido, sepultadas por sedimentos y cubiertas por la vegetación, destruidas por la erosión, por las modernas obras públicas o por las labores mecánicas agrícolas.

En esta ardua tarea hemos aplicado, a veces con buenos resultados, los métodos y las técnicas propios del reconocimiento geológico, concretamente mediante el análisis minucioso de las características mineralógicas y petrogenéticas de los diferentes materiales que fueron utilizados para la construcción del firme. Otro aspecto a tener en cuenta son los problemas geotécnicos de los terrenos por donde discurre la traza, donde pueden presentarse deslizamientos de laderas, zonas de asentamientos, encharcamientos y avenidas, fenómenos erosivos y sedimentarios, etc., que puedan haber afectado a las calzadas romanas en los últimos dos mil años.

Como ejemplo significativo hemos tomado la calzada romana conocida como "Vía de la Plata", que parece que fue denominada genéricamente en latín tardío como delapidata, es decir calzada o vía pública empedrada, de donde precisamente derivaría su actual topónimo [1].

El seguimiento, desde un punto de vista geológico, de esta importante vía de comunicación del occidente peninsular nos ha permitido diferenciar en cada tramo los materiales rocosos propios del suelo y del subsuelo de aquellos otros materiales alóctonos, de distinta naturaleza, que fueron aportados por sus primeros constructores o en las reparaciones sufridas en las sucesivas etapas históricas de su actividad caminera.

El análisis geológico, junto con el de la fotografía aérea, ha sido fundamental para descubrir algunos tramos de esta calzada romana desconocidos hasta hoy, inéditos, que discurren más o menos paralelos a otros modificados en épocas medieval o moderna, así como para localizar también la ubicación de las canteras y las graveras de donde los romanos extrajeron dichos materiales rocosos. Con todo ello, pretendemos poner de manifiesto la necesidad de los estudios geológicos en la prospección arqueológica de los caminos romanos.


2.- CARACTERÍSTICAS GENERALES

Las calzadas empedradas (viae delapidatae) eran las vías públicas principales del Imperio que comunicaban ciudades importantes, fueron por ello muy transitadas, de ahí que la administración romana las mantuviera siempre en buen estado para asegurar de este modo unas inmejorables condiciones de intercambio comercial, movimientos de tropas, cobro de impuestos, etc.

Por estos motivos la estructura viaria de su trazado se ajustaba a determinadas características de tipo constructivo: la comunicación entre las distintas poblaciones debía hacerse lo mas rápida posible, algo que imponía la necesidad de trazar vías rectilíneas, yendo siempre por terrenos adecuados y sin obstáculos, perfiles longitudinales sin pendientes notables, trazado por puntos obligados de paso como son los puertos más bajos y los vados menos profundos, etc. Esto obligaba a crear verdaderas obras de ingeniería con muros de contención, desmontes, terraplenes, trincheras, puentes, alcantarillas, canalizaciones, cunetas, etc. que asegurasen recorridos rápidos, cómodos, seguros y duraderos, especialmente adaptados para el tránsito rodado de carros y de caballerías de carga y tiro.

La Vía de la Plata, verdadera carretera de su tiempo por las excelentes características técnicas que muestra su trazado, se ajusta totalmente a la tipología de la infraestructura anteriormente descrita [2], siendo planificada y construida para permitir el tráfico rodado. Estas características constructivas se observan perfectamente al menos en la primera parte de su trayecto lusitano, es decir a lo largo del amplio territorio que se extiende entre las ciudades de Mérida (Emerita) y Salamanca (Salmantica). Se trata sin duda de una glarea strata [3], una calzada empedrada realizada con guijarros o cantos rodados de pequeño tamaño, apisonados con una determinada fracción areno-arcillosa que actúa de aglomerante. El fin era conseguir una capa de rodadura adecuada para el transito de carruajes [4], por lo que la calzada fue construida con una anchura de unos 6 m., equivalentes a veinte pies, suficientes para que se cruzaran dos vehículos sin dificultades. Solía pavimentarse en los tramos que lo requerían con varias capas de diferentes materiales, siendo frecuente un vertido de materiales de relleno más gruesos en las capas inferiores y sucesivamente los materiales más finos en las capas superiores de recubrimiento [5].

En los tramos urbanos hemos observado empedrados con losas o lastras de rocas graníticas y cuarcíticas, como por ejemplo en Mérida o en Cáparra, donde la calzada coincide con el cardus maximus de la ciudad que la cruza de sur a norte pasando por el foro y por debajo del famoso arco cuadrifronte.

Todo indica que, para el trazado de la Vía de la Plata, se utilizaron instrumentos topográficos y técnicas de nivelación. Pueden encontrarse en algunos tramos de su perfil longitudinal pendientes continuas de varios kilómetros de longitud, con suaves inclinaciones nunca superiores al 5% y también, cuando el terreno llano o de penillanura lo permitía, larguísimas alineaciones perfectamente rectilíneas.

En los terrenos alomados algunos tramos de la calzada van trazados por las cuerdas altas del relieve, es decir, por las líneas divisorias de aguas vertientes, evitando los cauces de agua y las zonas de encharcamientos para no tener que hacer costosas obras de drenaje. La calzada desciende a los cauces fluviales para atravesarlos por el vado más seguro o seguir un rumbo paralelo a sus márgenes fuera de la zona de avenidas. Si remonta las laderas de un puerto de montaña, lo hará siempre por la vertiente inclinada a levante, porque la vertiente orientada a poniente está sometida con mayor intensidad a los rigores de los temporales invernales procedentes del Atlántico. Este es el caso del paso de la Vía de la Plata por el puerto de Las Herrerías en Alcuescar, el puerto de Las Gamellas en Cáceres, el puerto de Los Castaños en Cañaveral, el puerto de Calzada de Béjar, etc. No ocurre lo mismo en la subida al Puerto de Béjar desde Baños de Montemayor, en un tramo de trazado que se desarrolla con fuerte pendiente, probablemente construido en edad moderna (siglo XVII) con un grueso empedrado y restaurado en 1973 con poco acierto mediante un recubrimiento de grandes losas graníticas por el Instituto de Reforma y Desarrollo Agrario del Ministerio de Agricultura.

El recorrido de la Vía de la Plata trata de evitar siempre los terrenos más inestables frente a la fuerza erosiva de las aguas y a los deslizamientos de ladera, para asegurar así su durabilidad. Muchas veces en los terrenos llanos, con deficiente drenaje, se hacía un terraplenado sin cunetas (agger) pero en los terrenos inclinados de las laderas se construían muros con grandes bloques rocosos en el flanco exterior, así como cunetas y alcantarillas para preservar la calzada de los efectos devastadores de la escorrentía.

Como todas las grandes obras de ingeniería romanas, esta calzada se hizo para durar mucho tiempo. Sin embargo, algunos tramos se han ido deteriorando, sobre todo aquellos que eran más vulnerables a los efectos erosivos, que estaban realizados con materiales rodados, cuyo escaso aglomerante ha ido desapareciendo. Resulta evidente que con el uso continuado y la erosión a través de dos mil años, en ocasiones, se terminaron perdiendo esas capas superficiales de materiales más finos, dejando al descubierto el esqueleto pétreo de las capas inferiores de materiales más gruesos, o bien, desapareciendo completamente todo el afirmado quedando el subsuelo rocoso desnudo.

Este deterioro supuso la pérdida progresiva de la capa de rodadura del afirmado de la calzada con lo que los viajeros, para evitar la incomodidad de transitar con carros y en cabalgaduras por las capas inferiores de piedras más gruesas, tendían a hacerlo junto a la vieja carretera, originando así caminos paralelos más o menos cercanos, lo que supuso que a la calzada le surgieran múltiples variantes en muchos tramos y el trazado primitivo quedara olvidado.

En diversas ocasiones hemos encontrado restos de tramos enlosados o empedrados con lastras, pero hay que decir que la totalidad de ellos son medievales, o de edad moderna, algunos incluso contemporáneos, mientras que en otros casos se trata de las capas de relleno inferiores a la de rodadura, que se quedaron al descubierto cuando ésta ha terminado desapareciendo por la erosión o por otras circunstancias.

A partir de la ciudad de Salamanca hasta Astorga, cuando el Camino de la Plata penetra en los campos de sedimentos lacustres y fluviales de la meseta castellana, éste se confunde fácilmente con el terreno y con los caminos de concentración parcelaria, pues debió de tratarse de una viae terrena [6]. No tuvo porqué contar con una infraestructura viaria propia de las viae glareae, debido a que en gran parte discurre sobre un buen manto de gravas y arcillas arenosas idóneas en si mismas para el afirmado. Solo las obras de fábrica indispensables, los puentes en los principales cauces fluviales, como los de Zamora y de Benavente, hoy arruinados, conocerían el trabajo esmerado de la piedra.

Probablemente se construyó la caja del camino sobre el propio terreno, perfectamente adecuado para el afirmado, terraplenando en parte, apisonando, pero sin añadir materiales alóctonos. No hay motivo para que los ingenieros romanos consideraran necesario el acarreo de nuevos materiales ya que la naturaleza detrítica de la mayor parte de los sedimentos de la cuenca del Duero es apropiada para el soporte del camino.

Estos factores propios del terreno junto con las roturaciones, la agricultura moderna intensiva y las concentraciones parcelarias de las ricas tierras de la planicie castellano-leonesa, han eliminado casi todos los vestigios claros del firme primitivo en esta zona de la calzada romana por lo que, especialmente en las provincias de Zamora, León y norte de Salamanca, surgen hoy grandes dificultades para la exacta identificación de su trazado.

No obstante, la Vía de la Plata en su conjunto conserva un 70% de su recorrido original, con numerosas obras de infraestructura y abundantes restos arqueológicos (puentes, miliarios, yacimientos a pie de vía.), después de un uso continuado de veinte siglos y a pesar de las modernas obras públicas y las transformaciones agrarias que prácticamente la han destrozado, así como de la desidia actual de sus gestores de los gobiernos autonómicos por recuperarla y ponerla en valor.


3.- LOCALIZACIÓN GEOGRÁFICA

La calzada romana "Vía o Camino de la Plata" discurre por las provincias de Badajoz, Cáceres, Salamanca, Zamora y León, y enlazaba a lo largo de 313 millas (463 Km) la colonia romana de Emerita Augusta, capital de la provincia de Lusitania, con la civitas Asturica Augusta, capital del conventus Asturum, en la provincia Tarraconense, poniendo en comunicación las regiones del noroeste con el curso bajo del Guadiana a través de los valles del Duero y del Tajo.

Comenzó a construirse por el ejército romano en el siglo I a.C., en la época del emperador Octavio Augusto a raíz de la fundación de estas dos ciudades (años 25-27 a.C.) con el fin de explotar todos los recursos, especialmente mineros, de los territorios recientemente conquistados a cántabros y astures.

Este camino que conserva aún los vestigios viarios romanos más importantes de la península ibérica, discurre desde las ricas vegas del Guadiana dominadas por Mérida (Emerita), cruza por las penillanuras cacereña y salmantina y alcanza la cuenca occidental del Duero alcanzando sucesivamente Salamanca (Salmantica), Zamora (Ocelo Duri), Benavente (Brigaeco) y Astorga (Asturica).

Su recorrido sur-norte/norte-sur es el más directo posible, aprovechado posteriormente por la carretera N-630 y el ferrocarril Plasencia-Astorga, lo que demuestra que el trazado de esta vía de comunicación tiene una gran racionalidad, cualidad propia de los ingenieros romanos y desconocida, a veces, por otras culturas mas modernas.

Su marcada dirección meridiana nunca sufre forzadas desviaciones, es decir no existen giros de ángulo pronunciado en un trazado rectilíneo sin ningún motivo aparente, y a pesar de discurrir en dirección transversal a la de los principales elementos del relieve, a través de un medio físico muy variado y en ocasiones adverso, salva con acierto barreras naturales como el profundo foso del río Tajo, los sistemas montañosos de las Sierras de San Pedro y de Cañaveral, el elevado Macizo del Sistema Central y el caudaloso río Duero.

Esta Via Delapidata viene consignada también en el Itinerarium Provinciarum Antonini Augusti (211-217 d.C.). Aparece descrita en dos tramos que se corresponden con la vía 24 (numeración de Eduardo Saavedra) en su recorrido meridional entre Mérida y Zamora, y con la vía 26 en su recorrido septentrional entre Zamora y Astorga. Estos recorridos se complementaban con las siguientes mansiones que se ubicaron estratégicamente en determinados puntos de paso obligado, generalmente elevados y próximos a los principales cursos fluviales de caudal permanente, o en los puertos de montaña de cierta importancia:


Mansio Millas Km. Poblaciones (Puntos de agua)
Emerita Augusta     Mérida (Río Guadiana)
Ad Sorores XXVI 38,48 Casas de D. Antonio (Río Ayuela)
Castra Caecilia-Norba Caesarina XX 29,60 Cáceres (Fuente Ribera del Marco)
Turmulus XX 29,60 Ruinas de Alconetar (Río Tajo)
Rusticiana XXII 32,56 Galisteo (Río Jerte)
Caparra XXII 32,56 Ruinas de Caparra (Río Ambroz)
Caecilio Vicus  XXII 32,56 Puerto de Béjar (Fuente del Tesoro)
Ad Lippos XII 17,76 Valverde Valdelacasa (Río Sangusin)
Sentice XV 22,20 Finca de la Dueña (Fuente Santa)
Salmantica XXIIII 35,52 Salamanca (Río Tormes)
Sabaria XXI 31,08 Torre del Sabre (Río San Cristóbal)
Ocelo Duri XXI 31,08 Zamora (Río Duero)
Vico Aquario XVI 23,68 Ruinas de Castrotorafe (Río Esla)
Brigaeco XXXII 47,36 Benavente (Río Órbigo)
Bedunia XX 29,60 San Juan de Torres (Río Órbigo)
Asturica Augusta XX 29,60 Astorga (Río Jerga)

Su trazado se realizó para asegurar la explotación de los extensos y ricos territorios de las grandes civitas de época augustea (Caparra, Salmantica, Asturica.) y de las colonias (Emerita y Norba Caesarina).

No fueron considerados para el trazado de la vía romana los núcleos menores de población, muchos de los cuales quedaron alejados, sin embargo, algunas mansio se instalaron de nueva planta junto al camino: Ad Sorores, Túrmulus, Rusticiana,..etc.

Hemos dicho que fueron zonas de paso obligado de la Vía de la Plata los puertos más bajos del relieve: Las Herrerías, Las Gamellas, Ribera del Marco, Los Castaños, Puerto de Béjar y Calzada de Béjar, así como los vados menos profundos del Tajo, Tormes, Duero, etc., pero también lo fueron los puntos de agua permanente tan necesarios en verano y en épocas de sequía: cauces de ríos, arroyos y fuentes de importante caudal. Por ejemplo, la fuente cárstica de "El Marco" en Cáceres [7], de caudal superior a los 90 l/s. que dio origen en sus proximidades a los asentamientos militares de Castra Servilia y Castra Caecilia, posteriormente fusionados en la Colonia de Norba Caesarina.


4.- UNIDADES GEOLÓGICAS DEL TRAZADO

Describiremos las principales características de las formaciones rocosas por donde discurre la Vía de la Plata, distinguiendo dos grandes unidades geoestructurales de diferentes edades y litologías, el Macizo Hespérico y la Cuenca del Duero.


4.1. EL MACIZO HESPÉRICO

Desde un punto de vista geológico la región occidental peninsular por donde discurre la Vía de la Plata se sitúa en la zona centroibérica del llamado Macizo Hespérico de la península, que comprende las provincias de León, Zamora, Salamanca, Cáceres y norte de Badajoz.

Lo más característico de esta región cratonizada es la existencia de amplias penillanuras, como la extremeña y la salmantina, en las que afloran las rocas más antiguas de la península, de edad precámbrico superior: pizarras, esquistos, gneis y grauvacas, separadas por estrechas sinformas ocupadas por rocas del paleozoico: cuarcitas, areniscas, pizarras, calizas y conglomerados.

Estos materiales paleozoicos fueron plegados durante la orogenia hercínica, a finales del periodo carbonífero, con una dirección dominante NW-SE típica del relieve apalachiano extremeño-salmantino, constituyendo las Sierras de San Pedro, Sierras de Cañaveral y Monfragüe, la Peña de Francia, etc.

No existen, sin embargo, terrenos del mesozoico, era geológica durante la cual la región estaba ya emergida y en consecuencia, sometida a un arrasamiento generalizado que se prolongó durante toda la era terciaria o cenozoico.

Otra característica de esta región es la profusión de grandes plutones graníticos, orientados también en la dirección hercínica y que han quedado al descubierto por los fenómenos erosivos y tectónicos llevados a cabo durante el mesozoico y el terciario. Durante esta última era, el Escudo Hespérico sufrió los efectos de la orogenia alpina y se fracturó en numerosos bloques, algunos de los cuales se hundieron originando profundas fosas o depresiones lacustres bien definidas, que posteriormente se rellenaron fundamentalmente de materiales sedimentarios detríticos: por ejemplo, la depresión del Guadiana, la fosa del Tajo-Tiétar, la fosa del Alagón y la extensa y profunda Cuenca del Duero.

Durante el pliocuaternario estas depresiones tectónicas terminaron colmatándose con los materiales cuarcíticos de las "rañas" y, sobre ellos, se instala la red fluvial actual que los disecciona y los moviliza a través de sus cauces, creando varias terrazas donde se extienden amplios abanicos de depósitos aluviales, con abundantes cantos rodados de cuarzos, cuarcitas y otras rocas duras, que fueron aprovechadas por los romanos como yacimientos de áridos para construir el afirmado de la Via Delapidata.


4.1.1. ROCAS ÍGNEAS


Rocas graníticas

Constituyen enormes afloramientos intrusivos de origen plutónico llamados batolitos, como el de Mérida, el de Sierra de Montanchez, el de Cabeza Araya, el de Sierra de Gredos, etc. Petrográficamente han podido distinguirse varios tipos de granitos, todos ellos posthercínicos: Granitos de grano grueso, granitos de grano fino, granodioritas, cuarzodioritas, dioritas, gabros, etc.

Normalmente, todas estas rocas graníticas se encuentran superficialmente muy alteradas por meteorización, constituyendo extensos berrocales como "Los Barruecos" de Malpartida de Cáceres, "El Berrocalillo" de Plasencia, etc. O bien, arenales constituidos por "lehm" granítico de hasta unos dos metros de espesor, algunos de los cuales son explotados hoy como canteras para la obtención de áridos finos ("jabre") que se utilizan con buenos resultados como capa de rodadura en la construcción de caminos y como material de relleno en terraplenes de carreteras.

La composición mineralógica del "jabre" está formada por arenas de cuarzos granulares (pseudoesféricos), feldespatos (ortosa), turmalinas, biotitas, etc., unidas por partículas arcillosas (caolinita). Se encuentra en las zonas meteorizadas de los grandes batolitos graníticos próximos a la calzada romana, de donde se extrae con facilidad mediante medios mecánicos rudimentarios dada su escaso grado de compactación. Este material fue utilizado con preferencia en al capa de rodadura de la carretera romana y, como hoy, con excelentes resultados.


Rocas Filonianas: Cuarzos y Diabasas

Se presentan en diques o filones asociados a rocas precámbricas, paleozoicas y batolitos graníticos, a través de cuyas fracturas se han producido emanaciones de fluidos magmáticos de naturaleza silícea (SiO2) que al cristalizar dan origen a diferentes variedades de cuarzos (lechosos, ahumados, hialinos, cristal de roca, etc.). Estos fueron utilizados en grandes cantidades por los romanos en el afirmado de la Vía de la Plata, debido a su abundancia y a su elevada dureza. (El cuarzo ocupa el número siete de la Escala de Durezas de Mohs, que tiene diez grados).

Otras rocas intrusivas menos abundantes en el Escudo Hespérico, son las diabasas, rocas filonianas básicas relacionadas en la zona que nos ocupa con el dique de la falla de Plasencia-Alentejo, cuyos minerales oscuros (silicatos ferromagnesianos) son muy duros, pesados y compactos, constituyendo también una buena materia prima para la construcción de muros de sujeción y relleno de los terraplenes, bordillos y empedrados de la calzada.


4.1.2. ROCAS METAMÓRFICAS


Pizarras y Grauvacas

Son rocas de metamorfismo regional, constituyen el llamado "complejo esquisto-grauváquico" de la penillanura extremeña de edad precámbrica, y también las amplias vallonadas de las sierras paleozoicas. Las pizarras son rocas generalmente blandas y de fácil fracturación en planos paralelos, pero las grauvacas son areniscas metamórficas muy duras que sobresalen en la penillanura en forma de crestones afilados ("dientes de perro"). Estas rocas las vemos en la Vía de la Plata utilizadas en algunas alcantarillas en forma de grandes lastras, también como materiales de relleno y en los muros de contención de los terraplenes, pero nunca en los niveles de rodadura, debido a su escasa dureza y elevada fracturación.


Corneanas

Son rocas formadas por elevadas temperaturas en las aureolas metamórficas de contacto que se extienden alrededor de los batolitos graníticos. Son rocas oscuras (azuladas o negras) de elevada dureza porque están constituidas por minerales tales como Cordierita, Andalucita, Hiperstena, etc., (silicatos de aluminio, hierro y magnesio), razón por la cual, previamente fragmentadas, constituyen un magnífico material para empedrados y relleno en terraplenes que es donde se ha constatado su uso.


Cuarcitas

Se presentan normalmente en potentes bancos, de unos 5 a 90 metros de espesor, formados por rocas silíceas cristalinas, de colores generalmente claros (blancos, grises, rosados o marrones), también algunas son oscuras (negras y rojizas), todas ellas de edades correspondientes a los diferentes periodos del paleozoico.

Las cuarcitas son el resultado de la transformación metamórfica de sedimentos marinos costeros formados por arenas silíceas. Son materiales de extremada dureza (cuarzos microcristalinos recristalizados), elevada resistencia a la compresión y muy abundantes en los relieves más acusados de las penillanuras extremeña, salmantina y zamorana.

Las "cuarcitas armoricanas"del periodo ordovícico de la era primaria, son las más potentes y constituyen las cresterías y los principales resaltes topográficos de las Sierras de San Pedro, de la Sierra de Cáceres, de Monfragüe, de Cañaveral, de la Peña de Francia, etc. En estas sierras las cuarcitas se van fragmentando por gelivación, dando origen a pedreras que se deslizan por gravedad por las vertientes hasta las cabeceras de los arroyos, cuyas aguas las recogen y las movilizan, seleccionando los materiales por su densidad y su dureza a lo largo de sus cauces. Allí, constituyen excelentes "yacimientos secundarios" que fueron utilizados por los romanos de modo preferente para el afirmado de la Vía de la Plata.


4.1.3. MATERIALES DE COBERTERA


TERCIARIOS: Las Rañas

Por lo que se refiere a los terrenos de la era cenozoica, constituyen extensos y a veces profundos depósitos de capas sedimentarias situadas sobre los materiales rocosos anteriormente descritos. Se formaron durante el mioceno y el plioceno en depresiones o fosas tectónicas bien definidas; otras veces se presentan como una especie de cobertera que fosiliza la penillanura. Los depósitos son continentales en régimen de sistemas de abanicos aluviales y poseen unos niveles de base arcillosos o margosos, a los que se superpone un nivel arcósico muy constante. A techo de estas arcosas existen diferentes capas irregulares de arcillas, areniscas y, en ocasiones, niveles calcáreos con lentejones de gravas silíceas de distinta granulometría.

Destacan también en el paisaje atravesado por la Vía de la Plata las amplias plataformas de las "rañas" pliocuaternarias, formaciones detríticas groseras depositadas de forma caótica sobre los materiales paleozoicos, graníticos o bien miocenos, sin ninguna estratificación y cuya potencia generalmente oscila entre los 1 y 10 m. Se trata de una formación conglomerática constituida por cantos subangulosos o redondeados de cuarcitas empastados en una matriz areno-arcillosa rojiza. Estos cantos cuarcíticos están seleccionados en relación con la distancia al "área fuente" y los de mayor dureza fueron también utilizados, mediante técnicas de cribado previas, como materia prima para los empedrados y la capa de rodadura de la calzada.


CUATERNARIOS: Coluviones, Terrazas y Aluviones

Los coluviones son derrubios de gravedad formados por cantos de cuarcitas angulosos empastados en una matriz arcillosa generalmente rojiza. Se localizan sobre las laderas de las sierras de cuarcitas y en las zonas de penillanura más próximas a estas elevaciones (piedemontes).

Las terrazas fluviales son superficies planas, estrechas, alargadas y cubiertas de mantos aluviales, separadas por escalones que interrumpen la pendiente y que deben su origen a la acción erosiva y sedimentaria de las aguas de los ríos durante los periodos glaciares e interglaciares del periodo pleistoceno.

Los aluviones están constituidos por arenas y gravas de cantos rodados, generalmente cuarzos y cuarcitas, trasportados por los ríos y depositados en el fondo de los valles y en las llanuras de inundación (vegas) de la red de drenaje principal. Corresponden a los depósitos más recientes, pero la mayoría de sus elementos rocosos han sido heredados de las rañas, de los llamados "rañizos" y de los coluviones.

Estos tres tipos de formaciones sedimentarias poseen un 90% de cantos de naturaleza silícea (cuarzos y cuarcitas) de una elevada dureza, sobre todo aquellos que han sido redondeados por la red fluvial. Los cantos de cuarcitas que constituyen todos estos depósitos pliocuaternarios están además muy seleccionados, por rodamiento a través del largo recorrido que han tenido desde el "área fuente" de las sierras. Como consecuencia, presentan superficies muy pulidas y una gran redondez, pues los más blandos se destruirían durante el transporte sufrido, constituyendo un excelente material para los empedrados y la capa de rodadura de la calzada que los romanos supieron aprovechar.


4.2. LA CUENCA DEL DUERO

La amplia planicie castellano-leonesa drenada por el río Duero y sus afluentes, atravesada por la Vía de la Plata desde Salamanca hasta Astorga, desde el punto de vista geológico, es una formación sedimentaria constituida por materiales depositados en un medio continental de facies fluviales y lacustres durante el cenozoico y el cuaternario, que recubre directamente las rocas antiguas del Macizo Hespérico por el oeste.

La cuenca continental cenozoica del Duero situada en el cuadrante noroccidental de la Península Ibérica es la de mayor extensión (50.000 Km2). Podemos dividirla a grandes rasgos, de modo simplificado para el trabajo que nos ocupa, en dos unidades sedimentarias: paleógeno (conglomerados, areniscas, arcillas y calizas) y mioceno (conglomerados rojos cuarcíticos, arcosas y calizas).

El plioceno inferior está representado por los depósitos calizos del páramo y el superior por unos niveles detríticos muy silicificados. El cuaternario por los abanicos aluviales, los lechos fluviales de las terrazas y las llanuras de inundación, con abundantes materiales cuarcíticos (gravas y arenas) procedentes de la erosión de las rocas metasedimentarias y graníticas de las áreas fuentes paleozoicas de los bordes oeste y sur del Macizo Hespérico.

La extensa llanura leonesa que se prolonga por las provincias de Zamora y norte de Salamanca, está formada en superficie por un canturral de cuarcitas dispuestas en terrazas separadas por suaves taludes que no afectan a la horizontalidad del paisaje. En estos suelos, las gravas representan a veces más del 90% en peso, no obstante hay también horizontes arcillosos, margosos y calizos.

En consecuencia podemos concluir que, en los terrenos mencionados existentes en toda la Cuenca, hay abundantes sistemas de abanicos aluviales con episodios detríticos de naturaleza silícea (cuarzos y cuarcitas) y de otros minerales pesados ultraestables (turmalina, circón, andalucita y rutilo), procedentes de la destrucción de los relieves paleozoicos circundante. Estos materiales fueron aprovechados como materia prima para las capas del afirmado de la Vía de la Plata [8].


5.- CONCLUSIONES

La caracterización litológica de las materias primas que utilizaron los romanos para el afirmado de la calzada delapidata abarca, como acabamos de ver, a todos aquellos materiales rocosos que ofrecen una cierta dureza y una resistencia a la compresión elevada, tanto los pertenecientes al Macizo Hespérico como los depósitos detríticos de la Cuenca del Duero.

Se extrajeron preferentemente determinadas rocas filonianas (cuarzos), plutónicas (granitos) y rocas metamórficas (cuarcitas), así como materiales cenozoicos y cuaternarios de naturaleza silícea (zahorras y jabre) que ofrecían buenas calidades e idoneidad para ser utilizados en el corredor de la calzada.

El análisis de estas materias primas que fueron empleadas en la construcción de la Vía de la Plata nos ayuda a conocer con precisión tanto su procedencia en el contexto de la geología regional, la ubicación de los yacimientos de donde se excavaron las rocas o préstamos del afirmado, así como a descubrir e interpretar la infraestructura de la vía en cada tramo.

La Vía de la Plata se adapta siempre al terreno más favorable, tanto a la topografía como a la litología, de cuyo análisis deducimos cómo sus constructores van salvando los factores adversos de la orografía que se interponen en el recorrido: los grandes bolos de los berrocales graníticos, los crestones de cuarcitas, los "dientes de perro" de las grauvacas, las zonas arcillosas de deficiente drenaje, etc.; llevándose a cabo la ejecución de la caja del camino siempre por los terrenos más favorables que no ofrecen problemas geotécnicos: los afloramientos de pizarras, las zonas arenosas de granitos meteorizados, las planicies de las Rañas y las llanuras aluviales con abundantes cantos rodados.

La Vía de la Plata se construyó por razones económicas con los materiales rocosos más adecuados y próximos a la traza, por lo que su recorrido desde Mérida hasta Astorga resulta bastante heterogéneo, con una amplia variedad de materiales rocosos dada la diferente tipología de los yacimientos explotados para su construcción. Existe pues una gran relación entre las características estructurales del trazado viario con la geología del entorno más inmediato.

Para la capa superior o de rodadura se utilizaba generalmente zahorra silícea y también "jabre", siempre que estuvieran disponibles en las proximidades, aunque algunas veces se transportaban estos materiales de préstamo desde yacimientos algo distantes (2-10 Km.). Del batolito granítico de Cabeza Araya los romanos extrajeron y transportaron en carros miles de toneladas de "jabre" que fue extendido unos veinte kilómetros por toda la penillanura cacereña de pizarras para crear la capa de rodadura de la Vía de la Plata.

Los minerales disgregados del "jabre" (cuarzo, feldespato ortosa, micas, turmalinas.) extendido sobre un subsuelo de pizarras, a lo largo de muchos kilómetros y alineados perfectamente, es la mejor prueba que muchas veces puede demostrar la existencia del trayecto perdido o destruido de la Vía de la Plata.  Esto ocurre, sobre todo, cuando han desaparecido los cantos más gruesos del empedrado y de los bordillos para su reutilización en paredes como, por ejemplo, el trayecto rectilíneo de más de nueve metros de anchura y diez kilómetros de longitud que une las poblaciones de Cáceres y de Casar de Cáceres [9].

En determinados tramos, cuando no había guijarros en el terreno, solo se vertía directamente sobre el duro substrato rocoso, desprovisto previamente de tierra vegetal, una capa de afirmado de rodadura de gravillas o de "lehm", bien apisonada para evitar asentamientos e irregularidades, colocada entre dos bordillos perfectamente alineados y paralelos, constituidos normalmente por gruesas piedras graníticas talladas.

Cuando el trazado discurre por zonas pizarrosas, blandas y deleznables, del complejo "esquisto-grauváquico", el material más duro disponible para obtener zahorras es el cuarzo filoniano de color blanco que se encuentra disperso por los suelos y, por tanto, éste es recogido, vertido y apisonado en grandes cantidades para realizar el empedrado o encachado de guijarros unidos o empastados por una matriz areno-arcillosa que los romanos extraen del "lehm" granítico.

Cuando el trazado cruza los arroyos y torrenteras procedentes de las sierras de crestas cuarcíticas, con capas de materiales constituidos casi exclusivamente por cantos angulosos de cuarcitas, éstos son también aprovechados en los empedrados, mezclándolos a veces con los cantos de cuarzo blanco de origen filoniano.

Cuando la calzada pasa por los extensos valles aluviales de las cuencas del Guadiana, del Jerte, del Tormes, del Duero, del Esla y del Órbigo, se utilizan también cantos rodados de naturaleza silícea recogidos en las graveras de las terrazas de estos ríos, o bien, en los depósitos detríticos de los amplios abanicos aluviales pliocuaternarios de los suelos de la planicie castellano-leonesa.

Y cuando la vía se acerca al dique diabásico instalado a lo largo de la "Falla de Plasencia-Alentejo" (Cañaveral-Galisteo), el ingeniero romano aprovecha los duros bloques de diabasas para colocarlos como bordillos y para levantar los muros de sustentación de los terraplenes, recubiertos por una capa de rodadura de gravillas obtenida mediante cribado de los materiales cuarcíticos de los coluviones próximos.

Las diferentes rocas graníticas y las areniscas son también utilizadas en todos los puentes, en los miliarios y en los bordillos de la Calzada de la Plata, debido a la facilidad con que se tallan y a la amplia dispersión de sus yacimientos en el Escudo Hespérico. Solo se construyeron puentes en los ríos principales, de aguas permanentes, los demás cursos más o menos discontinuos de la amplia red hidrográfica interceptada, poseyeron alcantarillas, realizadas con grandes bloques rocosos o lastras de diversa naturaleza: granitos, grauvacas, pizarras, cuarcitas, corneanas y areniscas.

Para finalizar, decir que los terrenos del recorrido de la Vía de la Plata no ofrecen grandes problemas geotécnicos, por tratarse en su mayor parte de los materiales más antiguos de la Península Ibérica, es decir, muy estables frente a los fenómenos tectónicos, erosivos y sedimentarios. Solamente las vegas de los grandes ríos estaban sujetas a periódicas avenidas, reguladas hoy por los embalses, pero los romanos lo tuvieron en cuenta alejando la Vía de la Plata fuera de las zonas de inundación y cimentando siempre los puentes en lugares de firme duro y resistente con elevada capacidad portante, utilizando después sillares graníticos o areniscas como materiales constructivos.

Sin embargo, los terrenos cenozoicos de las pequeñas cuencas sedimentarias del Alagón y Zarza de Granadilla, en la provincia de Cáceres, así como la más extensa Cuenca del Duero en las provincias de Salamanca, Zamora y León, presentan una mayor complejidad geotécnica respecto del trazado de la Vía de la Plata por ser terrenos más modernos, poco coherentes y en algunos casos muy inestables, donde son frecuentes los asentamientos y los deslizamientos de materiales arcillosos y arenosos, así como los encharcamientos en las zonas endorreicas o de drenaje deficiente, etc., pero, a pesar de todo, en la más adversa orografía no se escatimaba en valentía a la hora de afrontar la dificultad, excavando cuanto hiciera falta la dura roca, terraplenando bien alto en los terrenos mal drenados, o construyendo grandiosos puentes para salvar las más profundas gargantas [10].


BIBLIOGRAFÍA

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http:// www.traianvs.net/viasromanas/

- Moreno Gallo, I. "Ingeniería romana en los Caminos de Santiago. La vieja carretera Castellanoleonesa". Publicaciones de la Institución "Tello Téllez de Meneses", nº 73, 2002.

- Moreno Gallo, I. "Vías Romanas. Ingeniería y técnica constructiva". Dirección General de Carreteras, Ministerio de Fomento CEDEX-CEHOPU. 2004.

- Rodríguez Morales, J. "Algunos textos sobre la construcción de las vías romanas" Miliario Extravagante, nº 85, p.24, jun.2003.

- Roldan Hervás J. M. "Iter ab Emerita Asturicam. El Camino de la Plata".Memorias del Seminario de Prehistoria y Arqueología. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Salamanca. 1971.

- VV. AA.: 1ª Reunión sobre la Geología de la Cuenca del Duero. Publicaciones del IGME. Tomos I -II. Salamanca 1979.


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[1] Los investigadores Guillermo García Pérez ("La Calzada de Quinea del Cantar de Mýo Çid", El Miliario Extravagante (M.E.), nº 67, p. 4) y Jesús Rodríguez Morales, ("Algunos topónimos camineros y las vías romanas de la Península". M.E. nº 71, p. 2; "Algunos textos sobre la construcción de las vías romanas", M.E. nº 85, p.24) han llegado independientemente a este étimo: vía o calciatadelapidata, "vía empedrada", aduciendo los siguientes textos:

G. García Pérez: Vita Ansberti Episcopi. Mon. Germ. Hist. Script. Rer. Merov., p. 639, "Via publica ac delapidata".

J. Rodríguez Morales: Epitome de Festo de Paulo Diacono, p. 79M: "delapidata: lapide strata"; Isidoro, Etymol, xv, 16, 6: "Ipsa (strata) est et delapidata, id est lapidibus strata": "La calzada está además empedrada, es decir, recubierta de piedras"; Vocabulario de Alonso de Palencia, publicado en 1490, delapidata son "los lugares empedrados, las calzadas".

[2] Las características técnico-constructivas de esta vía romana coinciden con las recogidas en Isaac Moreno Gallo: "Vías Romanas. Ingeniería y técnica constructiva". Dirección General de Carreteras, Ministerio de Fomento. DGC. CEDEX-CEHOPU. 2004.

[3] Delapidare significa en latín empedrar, y deriva de lapis, pero lapis no es losa (lastra), sino piedra o canto rodado. He aquí lo que dice Tito Livio, 41, 27: "Censores vias sternandas silice in urbe, glarea extra urbem substruendas marginandasque primi omnium locaverunt, pontesque multis locis faciendos" [Q. Fulvio Flaco y A. Postumio Albino fueron elegidos censores este año (174 a.C.)...]. Estos censores fueron los primeros que concedieron contratos para pavimentar las vías con piedras gruesas en la ciudad, con guijarros fuera de ella y para colocar bordillos, y también para construir puentes en muchos lugares.

La Vía de la Plata, como ocurre en la Vía de Italia a Hispania, efectivamente está empedrada (delapidata), pero no con losas sino con cantos rodados menudos, con zahorra, gravas y arenas.

[4] Cuyo ancho podía ser en torno a 1,40 m, ya que éste ha sido el observado en las zonas donde el sustrato rocoso ha dejado marcada la huella de los carros.

[5] En las excavaciones arqueológicas realizadas en 1970 por Luis Caballero Zoreda en el poblado de Alconetar (Cáceres), junto al Tajo, la antigua mansio de Turmulus, se descubrió la Vía de la Plata con un ancho de 5,80 metros. Sólo se conservaba el nivel inferior de cantos rodados vertido sobre una cama abierta en el terreno virgen de arenas muy apelmazadas. En los laterales se observaba mejor colocación de las piedras más anchas de los bordillos. No apareció rudus, solamente en uno de los ángulos se vio una capa de gravillas sin mortero, que podía pertenecer al nivel de destrucción de la Vía.

[6] En Digesto 43, 11, 1, 2: Si quis specie refectionis deteriorem viam facit, impune vim patietur, propter quod neque latiorem leque longiorem neque altiorem neque humiliorem viam sub nomine refectionis is qui interdicit potest facere, vel in viam terrenam glaream inicere aut sternere viam lapide quae terrena sit, vel contra lapide stratam terrenam facere. Es decir: "Si con el pretexto de repararla alguien deteriora la vía, que sufra un castigo. Porque no puede, el que se ampara en el interdicto para reparar, hacer la vía más ancha, ni más larga, ni más alta, ni más baja, ni echar grava en una vía de tierra, ni empedrar una vía que sea terrera, o, al contrario, convertir una vía pavimentada con piedra en una vía de tierra."Resumiendo, aquí se habla de tres tipos de vías: terrenae (de tierra), glarea stratae (de zahorra) y lapide stratae (de piedras).Lo que el texto de Livio llamaba via "silice strata" se llama aquí "lapide strata". Pero atención de nuevo, las palabras silice o lapide no significan losas, sino piedras en sentido genérico.

[7] El topónimo "Marco" se relaciona con la presencia de un Miliario junto a esta caudalosa fuente, hito de granito utilizado para "marcar" las millas de la Vía de la Plata (posiblemente la M.P. XLV) y que fue redescubierto recientemente por mí, caído y empotrado en la base del muro de la presa de un molino harinero del siglo XVIII, pero al día de hoy se encuentra desaparecido.

[8] Comenta el investigador Ernest Loewinsohn que "todo el subsuelo del páramo es de aluvión" así como la presencia cerca de Astorga de numerosas depresiones excavadas en las proximidades de la Vía de la Plata, que son las graveras de las que los romanos extrajeron los materiales cuarcíticos (cantos de río) para restaurar el firme y la capa de rodadura de la calzada. El Miliario Extravagante. nº 35, p.2. "La Vía de la Plata: desde el río Esla a Asturica Augusta". 1991.

[9] Norba y la Vía de la Plata. EL Miliario Extravagante nº 16, p. 14. Juan Gil Montes. Abril 1988. Este tramo de calzada no fue tenido en cuenta en unas excavaciones arqueológicas por carecer de enlosados y ello supuso más tarde la destrucción de 2 Km. de la Vía de la Plata por las obras de una urbanización y por las de la Ronda Norte de la romana Norba Caesarina, Patrimonio de la Humanidad.

[10] Como afirma el experto en esta materia, el ingeniero Isaac Moreno Gallo, en: Vías Romanas. Ingeniería y técnica constructiva.

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