
Ingeniería portuaria en la Roma clásica
Ponencia presentada y publicada con motivo
de I Congreso sobre las Obras Públicas Romanas
celebrado en Mérida el 15/11/2002.
TRAIANVS © 2003
Introducción
Ante un yacimiento arqueológico, los expertos intentan abrir una ventana
al pasado partiendo, las mayoría de las veces, de un conjunto de escombros
de los que procuran conocer, no solo cual fue su estado primitivo, sino
todo lo relacionado con su existencia. Si el yacimiento corresponde a
diferentes estructuras portuarias, su identificación y el estudio subsiguiente
suelen ser difíciles, y si además se encuentran en el fondo del mar, esa
dificultad se acrecienta de forma considerable.
Sobre las otras ramas de la ingeniería civil romana, vías de comunicación
y transporte e hidráulica, hay mucho estudiado y escrito, no así de la
que tenía su principal ocupación en realizar obras en el mar, pues a la
dificultad para identificar los restos como estructuras pertenecientes
a un puerto antiguo, hay que añadir la escasez de yacimientos que den
una visión contrastada sobre su tipología y la ausencia de documentación
escrita que nos hable sobre la capacidad técnica necesaria para acometerlas.
Si al afrontar el estudio de la ingeniería marítimo-civil romana nos
conformáramos con comprender de que forma se construía en el mar entonces,
sabríamos muy poco sobre ella. Por tanto, debemos ser ambiciosos e intentar
conocer hasta donde llegó en el dominio de las ciencias y técnicas necesarias
para la planificación, construcción y explotación de los puertos de aquella
época. Para conocer cual fue el nivel técnico-científico de los ingenieros
romanos se deben elaborar una serie de hipótesis basadas en la ingeniería
portuaria actual y en el conocimiento que tenemos sobre la desarrollada
sociedad romana, siendo los períodos tardo republicano y el Imperial,
los más indicados para ello, pues tenemos a nuestra disposición la única
referencia clásica escrita, "Los diez libros de arquitectura"
de Vitruvio, que documenta parcialmente los métodos constructivos
empleados en las obras de nueva planta y en las de remodelación de los
puertos romanos. (1) Esta referencia, unida al registro arqueológico existente
de este tipo de obra civil y a las escasísimas descripciones portuarias
de autores clásicos, como la que hizo Flavio Josefo del puerto de Cesárea
Marítima [1], permiten determinar
por un lado, el nivel de conocimientos que sobre el mar tuvieron los ingenieros
civiles romanos que se dedicaron a la construcción portuaria, y por
otro, la capacidad técnica que desarrollaron para resolver los problemas
que este medio siempre plantea al intentar construir en él.
Nivel técnico de la ingeniería portuaria
La mayoría de los trabajos históricos no hacen referencia de los conocimientos
técnico-científicos que desarrolló y tuvo la ingeniería portuaria romana.
Si en alguna publicación encontramos referencias relacionadas con los
puertos, habitualmente son simples descripciones de la ruina de una obra
concreta, remarcando en ocasiones el interés en conservarla, y describiendo
a veces, la importancia que tuvo en el desarrollo económico de la zona
geográfica de influencia de puerto, pero rara vez hallamos algún análisis
técnico sobre sus estructuras y sobre las formas constructivas utilizadas,
ni sobre el conocimiento científico-técnico necesario para llevar a cabo
tan importante empresa [b].
En los textos traducidos de los clásicos aparecen errores de bulto que
no dejan de tener su importancia, así leemos muelle cuando el autor muy
probablemente se este refiriendo a un dique (Herodoto), espolones en lugar
de pilotes (Vitruvio), murallas (Flavio Josefo) sin hacer una referencia
a su función como espaldones. En las interpretaciones arqueológicas de
dibujos, grabados, etc., también se producen fallos, pudiendo confundir
una sección de un pantalán sobre pilotes de madera de la época minoica
con un altar.
El tratado escrito por Vitruvio, es el único compendio sobre construcción
que ha llegado a nosotros. El capítulo 13 del libro V lo dedica a la construcción
en el mar y en los capítulos 4º y 7º del libro I hay alguna referencia
sobre puertos. El resto de las reseñas son de geógrafos como Estrabón,
Mela, o Plinio el Viejo; o de historiadores como Herodoto, Polibio, Quinto
C. Rufo, Flavio Josefo, o Tito Livio que dan pequeños retazos sobre puertos
y actividades en la costa que pasan casi desapercibidos.
Sabemos por referencias de autores clásicos que existieron libros técnicos
dedicados al mar y a los puertos. Vitruvio da noticia sobre la existencia
de libros dedicados a describir las técnicas constructivas y menciona
a varios escritores que dedicaron alguna de sus obras a esta rama del
conocimiento: Agatarco, Anaxágoras, Demócrito, Piteo, Hermógenes, Teodoro
de Focea, Cosuzio, Muzio, Fuficio, Terencio Varron. Así mismo nos cuenta,
(V-12), que a finales del siglo III a.C., Filón de Bizancio escribió un
libro titulado "Construcción de Puertos". Pero no fue
el único que escribió sobre este tema, que sepamos también lo hizo Timostenes
de Rodas.
¿Qué sabían los ingenieros civiles romanos sobre el clima marino? Gracias
a la fortuna, hoy disponemos de dos escritos clásicos que nos dan una
visión bastante aproximada del conocimiento que tenían sobre las mareas.
El primero de ellos es de Mela (III-1), pero más precisa y con mayor rigor
científico es la descripción que de ellas hace Estrabon (III-5,8),: "...Es
sabido que la duración de un día y de una noche corresponde a una revolución
completa del Sol, y que durante ésta revolución se encuentra éste una
vez debajo y otra encima de la Tierra. Ahora bien, dice (Poseidónios)
que el movimiento del Océano es como el curso de los astros; es decir,
que se halla sometido a una marcha periódica, y tiene, como la Luna y
armónicamente con ella, un período diurno, un período mensual y otro
anual; añade que cuando la Luna ha recorrido toda la extensión de un signo
por encima del horizonte, la mar comienza a elevarse e invade las orillas,
como puede comprobarse por los mismos sentidos, hasta el momento que el
astro declinar, la mar se retira poco a poco hasta que la Luna no dista
del ocaso sino un solo signo. El mar queda entonces estacionado todo el
tiempo que tarda la Luna no solo en alcanzar su ocaso, sino también en
recorrer el espacio de un signo por debajo del horizonte; después el mar
reanuda su subida hasta que la Luna toca el meridiano inferior, retirándose
de nuevo hasta el momento en que la Luna -que avanza hacia Levante- se
halle a la distancia de un signo del horizonte. Finalmente, la mar permanece
estacionada hasta que el astro se ha elevado un signo por encima del horizonte,
para comenzar de nuevo a subir. Tal es (según Poseidónios [2])
el fenómeno de la marea en el período de un día. En cuanto al período
mensual, las más fuertes mareas de una lunación coinciden con el momento
de la conjunción, tras la cual disminuyen hasta que la Luna llega a su
primer cuarto; luego aumentan de nuevo en intensidad hasta el plenilunio,
y disminuyen durante el resto de su curso hasta el último cuarto, al cual
sucede una nueva crecida hasta la conjunción siguiente, una crecida mayor,
tanto en duración como en velocidad. En cuanto al fenómeno de las mareas
en un período anual, (Poseidónios) dice que lo aprendido en Gadeira,
donde le enseñaron que hacia el solsticio de verano las mareas altas y
bajas eran más fuertes que durante el resto del año, y supo por sí mismo
que a partir de este solsticio las mareas disminuían de altura hasta el
equinoccio, para volver a aumentar hasta el solsticio de invierno y disminuir
otra vez hasta el equinoccio de primavera, para volver a acrecer de nuevo
hasta el solsticio de verano. Con estos movimientos periódicos de la mar,
que se reproducen todos los días y noches, el mar sube dos veces y baja
otras dos en intervalos regulares, tanto diurnos como nocturnos...".
En esta cita de Estrabón comprobamos que las mareas y las leyes que las
rigen se encuentran bastante bien explicadas, a pesar de que este fenómeno
debería de ser extraño para los ingenieros portuarios romanos y en general
para los habitantes del Mare Nostrum.
No tenemos la misma suerte cuando intentamos ratificar, utilizando la
misma fuente, si tenían también conocimientos sobre la influencia del
viento en la formación del oleaje y del oleaje como componente del clima
marino a la hora del diseñar los puertos. Leyendo a Polibio(XI-12), y
a Flavio Josefo (I-16), deducimos que se sabía que el origen de las olas
era el viento. Ahora bien, todavía no hemos encontrado alguna cita clásica
que nos indique cual fue el conocimiento que tenían del oleaje para el
diseño de las obras de defensa de los puertos, aunque cabría suponer que
alcanzó el mismo nivel que el de las mareas pues ambos son fruto de la
observación perspicaz.
Esta suposición viene avalada por los estudios realizados a fin de comprobar
si la disposición en planta de los puertos romanos y la de los diques
de abrigo, estaba ajustada a la acción del clima marino de la zona o era
fruto del azar. Como consecuencia de ellos, se puede afirmar que los ingenieros
civiles que participaron en su diseño y construcción, tenían un amplio
conocimiento sobre el clima marino, los temporales dominantes y su frecuencia
de presentación en la zona elegida para construir este tipo de obra marítima.
Esta afirmación se consolida gracias al texto de Vitruvio (V, 13), pues
de su lectura se deduce que los ingenieros romanos sabían que tipo de
dique podían construir, en función del oleaje que iba incidir sobre la
obra mientras la construían y a lo largo de su vida útil.
Se desconoce también, desde el punto de vista técnico, el nivel de conocimiento
que tenía la ingeniería portuaria romana sobre las corrientes marinas,
pues se dispone de pocas referencias escritas que nos permitan saberlo
documentalmente. Sin embargo sabemos a ciencia cierta que al igual que
con los vientos, la situación, fuerza y trayectoria de las corrientes
marinas generales y de las inducidas, eran bien conocidas y utilizadas
desde siempre por los marinos de las diferentes culturas que surcaron
las aguas del mar Mediterráneo, del mar Rojo, y las del océano Atlántico
y las del océano Indico.
No cabe duda de que los ingenieros civiles romanos realizaban diferentes
estudios previos para determinar racionalmente el lugar de la costa más
adecuado donde ubicar el puerto y para decidir, de entre los diferentes
tipos de estructuras marítimas que conocían, la que se debía construir
en esa zona. Estos trabajos previos consistían en recopilar información
del clima marino del lugar entre sus habitantes para complementar las
observaciones propias, con el fin de decidir acertadamente la disposición
en planta del puerto y el tipo de estructura de defensa a emplear en la
construcción de sus diques (Vitruvio V-13), y para conseguir también,
el máximo aprovechamiento de los vientos en la bocana que hicieran fácil
las maniobras de entrada y salida de los barcos, (Flavio Josefo I-16).
También hacían estudios geotécnicos sobre la naturaleza de los fondos,
mediante la realización de un extensa toma de muestras del lecho marino
con sondas (Herodoto II-5) o utilizando a los urinatores [3]. Mediante esos trabajos de campo llegaban
a conocer la calidad y capacidad portante de fondo, y en función de estos
estudios, fijaban el mejor emplazamiento de la obra en la costa y elegían
el tipo de cimentación mas adecuado para su construcción. En el caso de
enfrentarse con terrenos de poca cohesión eran capaces de adoptar el tipo
de saneamiento más adecuado de mejora de los fondos y evaluar de antemano
la cantidad de material a eliminar antes de llegar al firme adecuado.
Si los terrenos no tenían cohesión, como los fondos de limos, sabían
aplicar métodos que daban al terreno la suficiente capacidad portante
para soportar el peso de la estructura portuaria que se construiría sobre
él (Vitruvio III-4 y V-13).
El bagaje tecnológico de la ingeniería portuaria romana era tal, que
ponía a disposición de los ingenieros diferentes formas constructivas
para un mismo tipo de estructura de acuerdo con los condicionantes de
la obra, entre los que podemos destacar: las solicitaciones del oleaje
de los temporales dominantes en la zona, la calidad geotécnica de los
fondos, el tipo de materiales disponibles para llevar a realizar la construcción,
etc. (Vitruvio V-13), y les permitía definir el mejor proyecto de construcción,
delimitando sus diferentes fases para optimizar el tiempo necesario en
la ejecución de una determinada estructura o de un puerto completo.
La ingeniería civil romana en general, pero sobre todo la rama que se
dedicó a las obras en el mar, experimentó un gran avance en comparación
con los logros alcanzados en este campo por las otras culturas del Mediterráneo
debido al descubrimiento y utilización de morteros y hormigones hidráulicos
utilizando tierra de las regiones de Cumas y de Bayas
[4] con alto contenido de polvo puzolánico y que era conocida en su
tiempo por carbúnculo.
El concepto de puerto de entonces es el mismo que el de hoy. Aquellos
ingenieros conocían la importancia de una buena comunicación terrestre
entre el puerto, la ciudad y su zona de influencia comercial (Vitruvio
V-13) [5] y distinguían claramente
entre un simple fondeadero y un puerto, natural o artificial, exigiendo
al puerto una serie de servicios básicos (Polibio X-1, Vitruvio V-13).
Entendían que la disposición en planta de un puerto se configuraba con
una playa en la que a un lado de ella, o generalizando el concepto, a
ambos, se disponían el o los diques exteriores que proporcionasen el suficiente
espacio de aguas abrigadas a los barcos. Sabían también que tipo de obras
auxiliares; almacenes(horreas), pórticos, atarazanas, y estradas,
debía tener todo puerto, natural o artificial (Vitruvio V-13).
Obras exteriores
Lo más apropiado para describir la tipología de obra exteriores que se
utilizaron el periodo romano, es leer lo que dice Vitruvio sobre ellas
en el capítulo de su libro (V, 13):
"...Pero si no hubiera un lugar naturalmente apropiado para proteger
los navíos durante las borrascas, parece que debe procederse de este modo:
si hubiese en aquel lugar un pico que constituyera un abrigo contra las
tempestades, sino que sólo por una parte hubiera una playa apropiada,
entonces es preciso levantar del otro lado, con ayuda de mampostería,
espolones o escolleras que lleguen a formar un puerto cerrado... "
Al hablar de la construcción de un... puerto cerrado...», el
Arquitecto hace mención a la...mampostería...», los...espolones...»
y a las...escolleras...», describiendo con tres palabras los
materiales que se empleaban en la ejecución de las obras de abrigo y
de las interiores.
Tanta simplicidad en la descripción, hace pensar desde el punto de vista
técnico, que esta forma de escribir no solo hace referencia a los materiales
que se utilizaban, sino que es una definición sobre el tipo de estructura
que se puede construir empleando cada uno de esos elementos. De esta forma
se puede asumir que el texto estaba dirigido a gente con formación técnica,
y que al leerlo entendería, desde su experiencia, cual era la tipología
de las estructuras a las que se refiere Vitruvio en este párrafo.
1.-...mampostería...». Con este material se hacían estructuras
verticales empleando diferentes métodos constructivos.
2.-...espolones...». Se debe traducir aquí "espolón",
por el término actual "pilote". Estas estructuras, formadas
por entramados de pilotes clavados mediante maquinaria de hinca, constituían
la infraestructura de todo tipo de obras portuarias.
3.-...escolleras...». Realizando vertidos de piedras de diferentes
tamaños se construían estructuras de escollera en talud similares a los
actuales.
A lo largo de la historia se han construido diques cuya tipología está
reflejada en esta misma clasificación. Del año 2000 a.C., datan los diques
verticales y en talud que defendían el puerto de Faros [6]
[a] Las estructuras verticales fueron
empleadas posteriormente por los fenicios, los griegos y, como nos dice
Vitruvio, por los romanos. Una muestra de dique vertical fenicio se encuentra
en el puerto de Akko [e] y,
como ejemplos de este tipo de obra de defensa romana, están las ruinas
del puerto de Emporion,, y los restos sumergidos del dique vertical
del puerto romano de Murgi [7] [f].

Pero sin duda una de las representaciones que reflejan mejor los exponentes
de la ingeniería de puertos romana, es el mosaico romano del siglo III
d.C., descubierto en la Vega Baja de Toledo, que en la actualidad se encuentra
en los depósitos del Museo de Santa Cruz de Toledo,aparecen representados
un dique vertical de...mampostería...» y otro de...escolleras...»
en talud, así como un tercero sobre arcadas, estructura de la que se hablara
más adelante.

En los diques verticales romanos, la superestructura formada por bloques
alcanzaba una profundidad máxima de 4 ó 5 metros, colocándose en pequeñas
profundidades, sobre una cama de escollera o directamente sobre el fondo.
Para mayores calados se construía un dique de escollera en talud sumergido
a modo de infraestructura, en el que la cota de coronación, que servía
de cimiento a los bloques de la estructura vertical, se mantenía a esa
misma profundidad de 4 ó 5 metros. Tanto para medianos como para grandes
calados, terminada la superestructura, era frecuente verter un escollerado
en lado hacia el mar para disipar la energía del oleaje de forma parecida
a como lo hace una estructura de defensa de escollera en talud.
Vitruvio describe los diferentes métodos constructivos de diques verticales
empleados en su tiempo y de forma indirecta da algunas indicaciones sobre
construcción de las estructuras en talud. Sin embargo, nada cuenta de
las estructuras sobre... espolones..., que rara vez se emplearon
como obras aligeradas de abrigo, aunque si se utilizaron para pantalanes,
cimentación de muelles, de estatuas, de torres de defensa y de señalización
en el mar. En el famoso sextercio de Nerón [8],
se aprecia que la plataforma que sostenía la estatua de Claudio, a la
entrada del puerto de Ostia, estaba pilotada.
Después de morir Vitruvio, se construyeron diques aligerados de arcadas
sobre pilas. El ejemplo más célebre y clásico de este tipo de estructuras,
está representado en la famosa fresco encontrada en Stabia, cerca de Pompeya,
que reproduce el puerto de Puteoli.

Este puerto estaba defendido por un dique [h]
de 372 metros de largo, sustentado por 15 pilas de bloques de piedra volcánica
de planta rectangular de 16 m2, colocados sobre cimentaciones de hormigón
puzolánico. Los arcos de unión entre ellas estaban construidos con ladrillos
y bloques de arenisca unidos con mortero puzolánico. Observando el fresco,
se pueden distinguir otras estructuras portuarias, tales como el pantalán
situado al fondo del puerto sobre peines de tres pilotes y un faro o baliza
sobre la estructura de defensa. Los restos del dique aún se podían ver
en el siglo XVIII.
De todas las formas constructivas de diques empleadas por los ingenieros
romanos cuya utilización estaba en función de la capacidad portante del
terreno, del clima marino y del tipo de materiales disponibles para realizar
la obra, podemos enumerar las que conocemos a través de Vitruvio (V-13):
a) Dique vertical de hormigón en masa:
Los condicionantes que indicaban a los ingenieros romanos que debían
construir este tipo de estructura marítima eran los siguientes: la existencia
de una playa apropiada, la calidad de los fondos aceptable, la posibilidad
de utilizar en obra el polvo de Puzol y que el oleaje fuese de pequeña
entidad.
La construcción comenzaba con la hinca de un recinto de tablestacas de
madera de roble que se clavaban una a una, hasta penetrar sólidamente
en el fondo. El recinto tenía las esquinas reforzadas por piezas en forma
de L, de hierro o bronce, para evitar dañarlas al rigidizar el conjunto
mediante unas cadenas que se colocaban alrededor de su perímetro y que
eran traccionadas por tensores.

Rigidizado el recinto de tablestacas, cuando la capacidad portante del
fondo era óptima, se procedía a sanear sus capas superficiales dragando
al mismo tiempo que se realizaba el perfilado de la cimentación, o bien,
mediante esta misma técnica, cuando la calidad de la primera capa del
lecho marino no era del todo aceptable, se alcanzaba el firme próximo
dejando un vaciado de cimentación más profundo. El dragado del fondo se
realizaba con dragas manuales iguales a las que se han utilizado, sin
grandes variaciones técnicas, hasta principios del siglo pasado.

Posteriormente, se procedía a hormigonar bajo el agua, llenando el recinto
con el conglomerado hidráulico.

Transcurrido el tiempo de fraguado, se desencofraba retirando las tablestacas
y se procedía a un nuevo avance de la obra, repitiendo todos los pasos
descritos.
Finalizada en toda su extensión la estructura, se solía coronar el dique
con un cabecero realizado mediante muros perimetrales de ladrillo o sillería
en los que se colocaban los dispositivos de amarre; doctyliums y argollas.
El hueco dejado entre ellos se rellenaba de "todo uno" y sobre
este material disgregado, compactándolo, se construía una calzada. Otras
veces este remate se hacía con un enlosado colocado sobre el material
de relleno. Su anchura, solía ser como mínimo de unos 6 m.

b) Dique vertical de bloques de hormigón:
La construcción de este tipo de estructura marítima se decidía cuando
las condiciones de partida eran las siguientes: la existencia de una playa
apropiada, la calidad de los fondos aceptable, la disposición de pequeños
y medianos calados, la posibilidad de utilizar en obra el polvo de Puzol
y las solicitaciones de fuertes oleajes o cuando la obra se iba a asentar
en mar abierto.
La primera fase comenzaba vertiendo desde tierra un primer tramo de banqueta
de escollera de regularización, siguiendo el talud natural del terreno
si este no era muy escarpado, o con un nuevo talud más suave si el natural
tenía mucha pendiente. La banqueta se prolongaba hasta alcanzar una profundidad
máxima en su coronación de 2,5 m, dependiendo esa cota del tamaño del
bloque que se colocaría encima de ella.

Se continuaba con el vertido de escollera, siempre a esa cota, hasta
que el calado permitía realizar un escalón, ganando así profundidad para
colocar dos bloques sobre ella.
Una vez construida la banqueta de asiento, en su perímetro se hincaba
un recinto de tablestacas contrapeadas de píe y medio de espesor (46 cm),
y con una longitud de acuerdo al número de bloques que se fueran a hormigonar
"in situ". Las cabezas de las tablestacas alcanzarían un nivel
superior al del mar. El interior del recinto se rellenaba de arena limpia,
de playa o de río, y se enrasaba al nivel de las cabezas de las tablestacas.
Sobre esta plataforma de arena se construían los encofrados de madera
para el hormigonado de los bloques.
El tamaño de los bloques así hormigonados podía alcanzar un máximo de
15 metros de longitud y 3 metros de alto y de ancho. Es lógico suponer
que la máxima longitud de estos bloques vendría dada por la experiencia
que los ingenieros romanos tendrían sobre las consecuencias de sobredimensionarlos,
pues sabrían que en función de la dilatación del hormigón que empleaban,
de la esbeltez de la pieza y del propio peso, aparecerían fracturas de
tal importancia que darían en ruina la obra.
Fraguados los bloques y desmontado el encofrado, se abrían a ambos lados
del recinto de tablestacas unas zapas, previamente construidas, por las
que la arena fluía hacia el lecho marino bajo la presión del peso de los
bloques y por la socavación producida por el agua del mar, permitiendo
que los bloques se asentasen lentamente en su emplazamiento sobre la
banqueta de escollera.
En la zona que llevaba dos bloques, profundidades de hasta 5 m, una vez
situado el primero de ellos sobre la escollera, se reparaban las zapas
del recinto y se volvían a repetir el método.
A medida que el calado aumentaba la banqueta se transformaba en un verdadero
dique sumergido de escollera en talud ya que con esta estructura se podían
alcanzar grandes profundidades. Cuando la obra alcanzaba calados grandes,
se abandonaba la forma constructiva anterior y se continuaba la estructura
utilizando otro método. Consistía este en aumentar la profundidad de la
cota de coronación de la banqueta de regularización hasta los 6 o 7 metros
de profundidad [9].

Para hormigonar los bloques que constituían la estructura vertical, se
fondeaban cajones de madera sobre el dique sumergido, utilizándolos como
encofrado perdido,. El ejemplo más importante de esta forma constructiva
para grandes calados se utilizó en el puerto de Cesárea Marítima, descrito
más adelante. En la siguiente figura se presenta el aspecto que finalmente
tendría la estructura antes de construir la superestructura del dique.

c) Dique vertical de paredes de sillería:
Los condicionantes de esta estructura son los siguientes: la existencia
de una playa apropiada, la calidad de los fondos que podía variar entre
buena y mala, la disposición de pequeños y medianos calados, la imposibilidad
de utilizar el polvo de Puzol, las solicitaciones de fuerte oleaje o cuando
la obra se iba a asentar en mar abierto.
La obra partía de tierra creando ataguías de entibaciones dobles, similares
a las empleadas por los ingenieros romanos en la cimentación de grandes
puentes. Las ataguías, estaban constituidas por dos entibaciones de cuartones
verticales de roble hincados en el lecho marino. En la parte superior
de la cara que quedaba expuesta al mar se disponían dos cuartones horizontales
en doble vía para que entre ellos se alojasen las cadenas que rigidizaban
el conjunto.

Para que el recinto una vez desecado aguantara la presión hidrostática,
en la parte superior de la cara que quedaba en seco se colocaba una sola
vía de cuartones horizontales para arriostrarla con contrafuertes. Ambas
entibaciones, la exterior y la interior, se unían superiormente clavando
cada cierta distancia cuartones transversales para soportar los esfuerzos
horizontales. Entre las dos entibaciones se colocaban sacos de enea llenos
de arcilla que una vez compactados dejaban el recinto aislado e impermeabilizado.
La siguiente operación, el achique del agua del interior de la ataguía,
se hacía básicamente con tornillos de Arquímedes o cocleas.

Artilugios a los que se les adosaba tambores en su parte superior e
inferior, con la doble finalidad de mejorar la captación del agua y de
facilitar el giro del tornillo. También utilizaban ruedas de cangilones
pero estas máquinas daban un menor rendimiento de achique o bien bombas
de agua o de Ctesibio.

Desecado el recinto defendido por la ataguía, se aseguraban los contrafuertes
en la entibación interior y comenzaban los trabajos de cimentación.
Para buenas capacidades portantes del terreno estos trabajos consistían
en la excavación de dos zanjas corridas de una anchura superior al muro
que iban a soportar, normalmente el doble de su grosor. A continuación
se rellenaba las zanjas con mampostería de piedra ligada con mortero
de cal y arena, hasta enrasar con el terreno natural.
Cuando no resultaba factible realizar un saneamiento de los fondos debido
a la presencia de estratos constituidos por terrenos poco cohesivos, se
creaba un campo de micropilotes de maderas resistentes al agua y a las
corrosiones, utilizando la técnica del chamuscado de las puntas para facilitar
su penetración en el lecho marino. Concluida esta fase se procedía a retacar
con carbón los huecos existentes entre las cabezas de los micropilotes,
extendiéndose este relleno a los límites de la ataguía para evitar en
lo posible la erosión en el pie del dique-muelle que pudiera producirse
al poner la obra en servicio.
Rematada la cimentación por cualquiera de los métodos descritos, se construían
sobre ella los muros perimetrales de la estructura utilizando el aparejo
de sillería encadenada. Los sillares tenían la mayor longitud posible
para reducir al máximo el número de juntas y dar así una buena estabilidad
a los muros que formaban la parte exterior de la estructura, colocándose
en su parte superior los dispositivos de amarre; doctyliums y argollas.
El espacio vacío existente dentro de la misma se rellenaba con "todo
uno" apisonado y la obra se remataba en su parte superior haciendo
un camino de rodadura, utilizando losas, embutiendo piedras, etc..
Estos tres tipos de estructura de defensa portuaria eran elementos básicos
que podían combinarse convenientemente para construir diques mucho más
robustos. Tal es ejemplo de la sección tipo del dique de defensa del puerto
de Cesarea Marítima, mandado construir por Herodes el Grande.

Su descripción nos ha llegado por Flavio Josefo (I-16) y sus restos
se han estudiado minuciosamente, especialmente por Raban [i].
La estructura base del dique está formada por dos diques de bloques de
hormigón, antes descritos, de 6 y 12 m de ancho aproximadamente y por
un dique vertical de sillería. Tras construir estos tres diques paralelos,
el espacio intermedio se rellenó de todo uno, utilizando la misma técnica
que 2000 años antes habían utilizado los ingenieros portuarios minoicos
en la construcción del puerto Antiguo de Faros (1). El resultado fue un
dique de 61 m de anchura al que se le adosó un manto exterior de escollera.
La mitad de su ancho, 30'5 m, se la dejó libre para que funcionase como
cuenco amortiguador del oleaje, llamado por los romanos «procimia». En
ese cuenco se dispuso de una serie de canaletas hechas en el hormigón
que funcionaban como red de drenaje del agua de rebase de la ola. En la
mitad del dique se dispuso de un muro o espaldón que aislaba el cuenco
amortiguador de la zona de muelles. Este espaldón se reforzó construyendo
cada cierta distancia torres de sujeción del muro.
Obras interiores y auxiliares
Las obras interiores y auxiliares de los puertos antiguos y las del periodo
romano se pueden enumerar siguiendo a Vitruvio (V, 13):"...Bastará
entonces construir en torno suyo pórticos, atarazanas, almacenes y estradas
para las mercancías, y desde allí calles hasta los mercados....".
Se debe añadir que también se disponía en los puertos de sistemas de aguada,
de señalización y de maquinaria específica para las distintas maniobras
portuarias.
a) Los pórticos:
Formaban el recinto dónde se establecían las "horreas"
(tinglados, almacenes), las oficinas y otras dependencias portuarias.
Frecuentemente se construían alrededor de las zonas de carga y descarga
de mercancías. Cuando el trasdós del dique se utilizaba como muelle, los
pórticos se empleaban también como contrafuerte o refuerzo de la muralla
que se construía sobre él. Esta muralla, además de realizar su función
tradicional, servía de espaldón.
b) Las Atarazanas:
Los arsenales, se construían en la zona más al interior del puerto, frente
a las estradas o varaderos, y su estilo no distaba mucho de las construidas
por los griegos, si bien se adaptaban a las necesidades volumétricas de
la construcción naval romana.

En esencia constaban de arcadas o columnatas alineadas rematadas con
cimbras y techos de madera o de fábrica. En astilleros importantes los
techados se sustentaban sobre arcos o su peso se descargaba mediante
bóvedas. En los puertos de cierta importancia habría diques secos, al
igual que el existente en el puerto de Motya [i]
c) Los almacenes:
Se construían en la ciudad y en el puerto, y servían de depósito para
las mercancías que esperaban su redistribución por la zona de influencia
comercial, o su estiba en los barcos. Los almacenes dedicados a los productos
básicos de alimentación y los militares, tenían una importancia especial,
normalmente estratégica, y su control lo monopolizaba el estado [j].

d) Las estradas:
Los varaderos, rampas de pequeña pendiente por las que se elevaba el
barco a tierra desde el mar, o se botaba hacia el agua desde tierra. Se
construían colocando dos vigas de madera, paralelas entre sí y dispuestas
transversalmente a la línea de costa sobre travesaños apoyados en la arena
de la playa, o revistiendo la pendiente con losas de piedra o de mortero
hidráulico. La disposición de los varaderos al fondo de la dársena, junto
al arranque del dique del puerto, se repite en otros hallazgos portuarios
como en Murgi [f] o en el Pireo [h].
La pendiente de la rampa variaba, pudiendo alcanzar valores de 1/14 [i].
e) Sistemas de aguada:
El servicio de aguada era esencial en los puertos desde siempre, en algunos,
como el antiguo de Ostia, el agua potable se traía mediante acueductos
[i]. y solían disponer de depósito
de regulación de caudal como el hallado en Leptis Magna [i].
En esta figura se muestra el sistema de aguada del puerto de Bares [k]:

Que consistía en:
· Un punto de captación de agua.
· Una conducción para el transporte de agua: una tubería formada por
piezas de barro cocido.
· Un punto de salida de agua, regulado por un depósito.
f) Maquinaría:
Para el izado de los barcos a tierra se disponía de la maquinaria auxiliar
del varadero, cuya existencia y utilización se menciona en los clásicos:
Homero (Iliada II, 153), Heródoto (II, 154) y (II, 159), Tucidides
(III, 15), y según Vitruvio (X, 5), también se emplearon grúas en este
tipo de operaciones.
El libro décimo del tratado de Vitruvio, fundamental para saber que tipo
de maquinaria utilizaba la ingeniería civil romana, tras describir una
serie de grúas diferentes, entre las que se encuentran las de utilización
común en los puertos, indica:«...Todos estos tipos de máquinas que
se han descrito hasta ahora sirven no solo para lo que hemos dicho, sino
también para cargar y descargar naves, colocándolas unas derechas y otras
echadas sobre soportes de rotación. Igualmente sin aparejos de maderos,
sino disponiéndolas en tierra, siguiendo las mismas reglas y sirviéndose
únicamente de cordajes y un sistema de poleas se pueden sacar las naves
del agua...».

g) Señalización:
Se sabe que desde muy antiguo se distinguía entre baliza portuaria y
faro. La primera indicaba la situación de la bocana del puerto y se ubicaba
a la derecha de la entrada en la ruta de acceso a él, y solía constituir
una seña de identidad que lo diferenciaba de cualquier otro puerto. Al
otro lado de la bocana se construía, si bien no siempre, un monumento
que daba carácter de identidad, no solo al puerto, sino también a la ciudad
[m], ejemplo de ello lo tenemos en
el famoso Coloso de Rodas (Polibio, V, 23) o en la bocana del puerto de
Cesarea Marítima, Flavio Josefo (I, 16).
Los faros son estructuras que señalan la situación de la costa a los
navegantes. Aún hoy quedan restos del antiguo faro fenicio de Akko, Acre
[e]. Existen referencias del faro
cartaginés del puerto de Lilibeo en Sicilia (Polibio, I, 13). Sabemos
del famoso faro de Alejandría [l].
Y de los construidos por Roma conocemos de la existencia de bastantes
estruturas, entre los que se puede citar: la Torre de Hércules, en la
Coruña, el faro de Cádiz [l], el
faro de Chipiona (Estrabón, III, 1, 9; Mela III, 4), el faro de Narbona
[m], el de Leptis Magna [n],
el de Ostia y el de Puteoli [m].

Organización y explotación portuaria
La dominación romana del Orbe supuso la hegemonía sobre los puertos y
las rutas comerciales marinas y terrestres que confluían en ellos. Fue
tan importante el tráfico comercial a través del mar que forzó la mejora
y ampliación de las rutas terrestres ya existentes, creando así una basta
red viaria que ha estado en servicio hasta el siglo XVIII, que permitió
desarrollar y afianzar las zonas de influencia comercial de algunos puertos
hasta transformarlos en puertos muy importantes, -Ostia, Puteoli, Gades,
Alejandría, etc.. Su tráfico comercial se vio favorecido por la existencia
de una red de puertos de segundo orden y por la de puertos locales y fondeaderos.
Estos grandes puertos, en ocasiones eran estructuras administrativas que
agrupaban diferentes instalaciones portuarias, como el puerto de Gades,
conocido como el Portus Gaditanus, al que pertenecía el propio puerto
de la ciudad, los astilleros situados en el actual Puerto Real, etc. [o],
o el puerto de Puteoli que englobaba diversos puertos ubicados en golfo
de Nápoles, como el propio puerto de Puteoli, el de Miseno, el de Nápoles,....

Es difícil, por no decir imposible, conocer cual era la organización
portuaria que regía cada una de las grandes áreas portuarias, solo se
conocen datos aislados que permiten deducir ciertas hipótesis. De forma
análoga a Cartago, habría en cada puerto una institución administrativa
que podemos asimilarla a una capitanía, Apiano sobre el puerto de Cartago
[p]. En el mosaico de Toledo, se
puede apreciar una edificación de estructura circular con una serie de
mástiles en su zona alta y a su lado otra estructura, podría tratarse
del edificio de “capitanía” del puerto, con sus mástiles para
las banderas de órdenes y con la baliza a su lado.

El mosaico romano de Toledo ofrece grandes posibilidades para el estudio
de la ingeniería portuaria y naval romana, y solamente su análisis y la
explicación de cada una de las figuras representadas en él formaría un
compendio del saber romano en esas materia.

[a] Peña Olivas, José M. de la (2001), Tecnología portuaria
romana; Revista OP Ingeniería y Territorio (nº 56, pp. 16 a 23)
[b] Kovaliov, Seguei Ivanovich (1985). Historia de Roma;
Editorial Sarpe
[c] García Bellido, Antonio (1993), España y los españoles
hace dos mil años (según la Geografía de Strábon; Espasa Calpe (Colección
Austral, A 203).
[d] Rambaud, Fernando, José M. de la Peña y Juan M. Prada (2001),
Estudio de la evolución de la línea de costa en los últimos 2500 años
y su afección a los puertos de Cádiz, Cartagena y Ampurias; VI Jornadas
Españolas de Ingeniería de Costas y Puertos.
[e] Inman, Douglas L. (1974) Ancient ant modern Harbors: a
repeating phylogeny. Proceedings of the 14th I.C.C.E. (Vol. III, págs.
2049-2067).
[f] Peña Olivas, José Ml de la y Juan M. Prada Espada (1995.),
Murgi: un antiguo puerto romano en Almería. Revista de Arqueología
(nº 168, pags. 36-43)
[g] Blackmann, D.J. (1982) Ancient Harbours in the Mediterranean.
Part1. The International Journal of Nautical Archaeology and Underwater
Exploration (11.2, pag.79-104).
[h]Raban, Arner (1989). The Harbour of Caesarea Maritima.
BAR. International, serie 491.
[i] Blackmann, D.J. (1982). Ancient Harbours in the Mediterranean.
Part2. The International Journal of Nautical Archaeology and Underwater
Exploration (11.3, pag.185-211).
[j] Morin, Étienne (1995). El puerto de Roma en el siglo II
de nuestra era. Ostia; Ediciones Mensajero.
[k] Prada, J.M., Maciñeira E. y Peña, J.M (1999)., Bares:
el Puerto más antiguo de la península; V Jornadas Españolas de Ingeniería
de Costas y Puertos. (Vol. 1, pp. 317-330 )
[l] Sanchez Terry, M. A. (1991), Los faros españoles: historia
y evolución, Ministerio de Obras Públicas y Transporte.
[m] Prada Espada, J. M. y J. M. de la Peña Olivas (1995).Maritime
Engineering during the Roma Republic and the Early Empire; Tarragona
Medcoast'95.
[n] Bartoccini R. (1958) Il Porto Romano di Leptis
Magna, Balletino del Centro Studi per Storia dell’Architettura
(Roma).
[o] Peña o, J. M. de la, F. Rambaud y J. M. Prada (2002). Metodología
para el estudio de la evolución de la costa a largo plazo; Revista
de Ingeniería Civil (nº 126, págs. 125 a 135).
[p] Peña Olivas, J M de la, J M. Prada Espada y C Redondo Morejón-Girón
(1993). Obras portuarias en la antigüedad, Gijon: II Jornadas Españolas
de Ingeniería de Costas y Puertos.
[1]
Este puerto comenzó a construirse por orden de Herodes el Grande en honor
a Julio César, en el año 21 a.C. y fue acabado en el 9 a.C. Estaba abrigado
por el dique norte de 790 m. y el dique sur 385 m., que proporcionaban
una superficie de 136.500 m2 de aguas abrigadas. Según Flavio Josefo (La
guerra de los judíos) el puerto disponía de dos diques que tenían
60 m. de ancho. Sobre ellos estaban situados los tinglados al abrigo de
una muralla apoyada en torres, que hacía las veces de espaldón.
[2] Estrabon hace referencia al autor de la
obra que le sirve de referencia para explicar un fenómeno que quizás él
desconozca. Desgraciadamente el libro de Poseidónios no se ha conservado.
[3] Constituyeron un gremio y eran los buceadores que en los
puertos se dedicaban a rescatar las mercancías que caían al agua durante
los trabajos de carga y descarga.
[4] En el tratado de Vitruvio, en su libro 2 dedicado a los materiales
de construcción, en el capítulo VI titulado "Del polvo de Puzol",
podemos leer: "Hay también una clase de polvo que por su propia
naturaleza produce efectos maravillosos. Se halla en la región de Bayas
y en los territorios que están en las cercanías del Vesubio. Este polvo,
mezclado con cal y la piedra machacada, no solo consolida toda clase de
edificaciones, sino que incluso las obras que se hacen bajo el agua del
mar tienen solidez.".
[5] Vitruvio recomienda la construcción de vías
de comunicación entre el puerto y los mercados de la ciudad.
[6] Estaba situado en la margen occidental de
la antigua isla del mismo nombre, en la actual Alejandría. Este puerto
fue construido en distintas fases, una primera entre el 2000 y el 1800
a.C. durante el reinado de la XII dinastía, en pleno Imperio Medio, para
cubrir las necesidades del comercio entre el pueblo cretense y el egipcio.
Su máximo desarrollo lo alcanzó entre el 1550 y el 1400 a.C. cuando Egipto,
bajo la XVIII dinastía, fue la nación más poderosa del Mediterráneo oriental,
llegando a sus instalaciones las mercancías del Egeo, vía Creta, y las
de Anatolia, Hatti, Mitanni y las costas siriopalestinas, vía Biblos.
[7] Situado en la Laja del Palo (Roquetas de
Mar, Almería).
[8] Museo Británico nº 132.
[9] En excavaciones arqueológicas se ha comprobado que para grandes
calados las estructuras verticales alcanzaban profundidades de hasta
6 o 7 metros y estaban constituidas por dos o más bloques superpuestos.

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